A veces soy súper borde, arisca, e incluso puedo llegar a ser megadesagradable. Quiero pensar que no pasa a menudo, pero no las tengo todas conmigo (para ser sincera). Hay días, incluso, en los que me pregunto cómo podéis soportarme, porque no me aguanto ni yo (a mí misma). Como dice mi santa Colo, hay días en los que hubiera sido mejor no levantarse de la cama (ahora que ya no duermo sobre cartones...). Pero vamos a lo que vamos, que me pierdo yo solita. El otro día me porté como una auténtica zorra, cuando me dijiste que te escribiera una entrada en el blog... Y no tuve mejor respuesta (tengo un pronto que ya lo querría para ella Belen Esteban), que decirte que cuando te lo merecieras, la tendrías. Vivan los mecanismos de autodefensa, señoras mías. Y es que esto YA estaba pensado, comido digerido y casi c... En fin, vamos a dejarlo, que me pongo escatologiquísima bien rápido. Como estás fatal de la cabeza y tienes un gusto tan pésimo que te gusta este absurdo blog, había pensado dedicarte un texto, que sea para ti, para siempre.
Hoy es tu día; estarás pletórica reciclando un outfit (jajajajajajajajajajajaja) venido de mi ridículo armario, rodeado de tus queridos, celebrando tu entrada a la edad adulta... He pasado toda la semana triste por no poder festejar ahí contigo, recordándote lo absurda que eres y lo importante que eres para mi estúpida existencia. Pero la vida es así, y aunque no esté de cuerpo (obeso) presente, quiero recordarte que has estado (desde que te conocí, que todavía no soy Oda Mae Brown) estás y estarás siempre en mi corazón.
Querido Iñaki, gracias por existir. Muchas felicidades, te quiero mucho.
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