Sois unas cabronas. Así de claro. Os quiero, pero sois unas cabronas de cuidado. Cabronas y aprovechadas (y que conste que esto os lo digo desde el cariño). Sois tan cabronas, que mi alemán y yo hemos tenido que poner un calendario en la cocina (a gran horror del rey del minimalismo) apuntando quién viene cuándo.
Recapitulemos; o sea (tías), que cuando estaba en Frankfurt no venía a verme ni cristo bendito (es que estamos pelados/ es que no tenemos tiempo/ es que preferimos irnos al carajo que a esa ciudad de mierda..., se atrevió a decirme otra cabrona). Pero, amigas, cómo ha cambiado la cosa en cuanto nos hemos mudado al sur de Francia, eh, so cerdas. De repente, todas queréis venir. Y cuando digo todas, es todas. Vamos, que tenemos el verano más booked out que la sauna en domingo por la mañana cuando se cierra la disco (un beso, mamá, esto me lo han contado, yo de verdad que jamá he estado, jajajajaja).
En realidad yo esto lo digo todo de broma, porque nada me puede gustar más que una visita. Corta, pero visita de todos modos. En los próximos dos meses: Martin, Elke, Ana, Lorena, Marina & Pete, las Anas, Diego, Susi, la familia de Olaf y la mía propia... Y creo que me olvido a alguna, pero la cabeza no me da para más y he dejado soldando a mi alemán en casa (yo a veces dudo que este hombre sea maricón) y me he bajado a Chez Boris, donde hay un pase de modelos masculinos contínuo...todos los días, a cualquier hora.
Os he dicho ya que me encanta esta ciudad?
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¿Y cuál de las anas soy yo?
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